Mamífero rumiante de cuerpo esbelto, pelo fuerte y áspero.  Es terco y rudo y siempre tira hacia el monte de manera ágil y veloz, trepando con facilidad por terrenos escarpados, haciendo equilibrios en peñascos y rocas.

Nuestro caprínido no ha podido ser nunca domesticado, por lo que no podemos aprovechar su leche, piel o carne. Le gusta el buen vino y por eso ocupa un lugar privilegiado en nuestra bodega, donde nos observa perspicazmente con esa media sonrisa lúdico-borracha que le hace tan dulce, simpático y atractivo.

Simbólicamente se ha asociado con todo aquello relacionado con el capricho y el antojo… con el sexo, los deseos impuros, la lujuria y los malos vicios. Si lo ves como macho, tal vez lo relaciones con lo diabólico y lo infernal.

Pero en este caso su mirada tierna nada tiene que ver con todo eso. Simplemente es adorable!!